lunes, 18 de noviembre de 2019

Transición sin atajos

La transición energética se presenta como un proceso continuado de desarrollo tecnológico y adopción de nuevas herramientas que posibilitarán una mayor armonía con el medio ambiente. Debiera salvaguardar, a su vez, la fortaleza y el desempeño del tejido industrial que la impulsa y el bienestar social que éste produce. Es un reto de dimensiones mayúsculas: exige ingentes recursos y capacidades, la suma de múltiples voluntades.

No es sólo una cuestión de concienciación. Requiere, además, apuestas valientes pero realistas; coordinación a gran escala, sin escapismos ni atajos; mantener un rumbo centrado, lejos de las orillas. En unas décadas se producirá un vuelco que modificará la realidad actual hasta marcar un antes y un después. Pero se tratará de una evolución progresiva, no de un cambio disruptivo en cuanto que produzca alguna interrupción súbita. 
        
La Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP) ha presentado recientemente su estrategia para la evolución hacia los biocombustibles, con la que se persigue una reducción del 90 % en las emisiones de CO2 del sector del refino para 2050, y hasta de un 80% respecto a la intensidad de las emisiones de los carburantes. Se lanza a modo de propuesta tecnológica para participar en la transición energética, partiendo de la plena adhesión al Acuerdo de París contra el cambio climático y de la disposición para desempeñar un papel clave de forma efectiva e inclusiva suministrando combustibles líquidos de bajo contenido en carbono.

Aunar el bienestar de la sociedad, el crecimiento de la economía y la creación de empleo con la intensificación de la reducción de los gases de efecto invernadero para alcanzar la neutralidad de emisiones en tres décadas es el gran objetivo. En esa andadura, el desarrollo de un marco regulatorio idóneo y la apuesta por la innovación tecnológica son dos vectores básicos.

Según la Comisión Europea, la lucha contra el cambio climático debe ir acompañada de neutralidad tecnológica, ya que los avances en la innovación pueden fomentarse, pero no preverse, por lo que resulta absurdo establecer barreras al desarrollo y a la innovación en las diversas alternativas energéticas. Por ello, una transición energética exitosa deberá contar con todas las posibilidades tecnológicas.

En este contexto, ya se está impulsando la refinería del futuro como agente contra el cambio climático gracias a la implementación de nuevas tecnologías que permitirán reducir las emisiones derivadas de su actividad, así como las asociadas al uso de los combustibles generados, usando energías renovables para producir hidrógeno verde, también a través de los ecocombustibles o, por ejemplo, mediante la captura y utilización del CO2.

Como señala la AOP en su documento, la industria del petróleo tiene capacidad de combinar el procesamiento del crudo con algunos residuos y materias primas sostenibles de origen vegetal, además de seguir mejorando la eficiencia energética de sus procesos e integrando su cadena de valor con las de las plantas petroquímicas y de otras industrias de su entorno.

La estrategia planteada tiene entre sus virtualidades la de impulsar la economía circular, favorecer la transferencia de tecnologías con otros sectores industriales, proporcionar nuevas formas de almacenamiento de energía, generar empleo de calidad, incrementar la seguridad de suministro, potenciar el desarrollo de zonas rurales y fomentar la I+D+i.

La colaboración con otros sectores industriales será clave para acelerar el desarrollo de las tecnologías bajas en carbono. Esta puesta en común tendrá que ser especialmente intensa con los sectores de la petroquímica, la automoción, el tratamiento de residuos o la climatización residencial para aprovechar al máximo las sinergias de cara a la reducción de emisiones. La eficiencia energética es ya una de las palancas básicas para reducir las emisiones y la intensidad energética de un sector que ocupa a 200.000 personas en España.

Para que las grandes inversiones necesarias puedan realizarse, la AOP defiende políticas y medidas que las incentiven, entre estas últimas las de carácter fiscal, facilitando también la adopción de decisiones por parte de los consumidores. En ese contexto, la AOP propone una serie de medidas de tipo regulatorio y otras que atañen a la política industrial, al I+D+i o a la financiación.


La AOP ha presentado una estrategia que da fe de su implicación en la evolución hacia los biocombustibles.

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