viernes, 21 de diciembre de 2018

Se mantienen las previsiones de crecimiento y empleo para 2018 y 2019 en Euskadi

El Departamento de Hacienda y Economía del Gobierno Vasco ha publicado el Informe Trimestral dedicado al tercer trimestre del año, y en el mismo se indica que a pesar de que la desaceleración de la economía vasca entre julio y septiembre ha sido una décima mayor a la prevista —2,6% de crecimiento frente al 2,7%—, se mantienen las previsiones de crecimiento del PIB y del empleo para 2018 y 2019. Finalmente, en estos ejercicios el crecimiento del PIB será del 2,8% y el 2,3%; y el del empleo del 2% y del 1,4%, lo que supondrá la creación de 19.000 y 13.500 puestos de trabajo, respectivamente.
En el tercer trimestre de este año la economía vasca siguió con una suave desaceleración iniciada en el trimestre anterior y anotó un incremento tres décimas inferior al valor precedente. Esta desaceleración no es única de la economía vasca. Así, la Unión Europea (1,8%) ha perdido ocho décimas desde finales de 2017, la zona euro (1,6%) un punto y una décima, la economía española (2,5%) seis décimas y tanto Francia (1,4%) como Alemania (1,2%) moderan más de un punto su avance.
El inicio de la actual moderación de la economía vasca llegó de la mano del sector exterior, que restó dos décimas al crecimiento del PIB. No obstante, en el tercer trimestre el saldo exterior mantuvo un perfil neutro, por lo que las tres décimas de menor crecimiento se debieron a una pérdida de la demanda interna. Tanto las exportaciones como las importaciones suavizaron su crecimiento (2,2% y 2,1%, respectivamente), por un entorno exterior menos dinámico y preocupado por las tensiones comerciales.
La demanda interna en la primera mitad de 2018 registró un avance más ajustado, del 2,5%. Los dos grandes componentes de ese agregado redujeron su tasa interanual en el tercer trimestre, aunque la evolución de la formación bruta de capital indica un fuerte dinamismo. Ese componente aumentó un 4% en total, ocho décimas menos que el trimestre anterior, pero bastante más que en 2017. Se aprecia una mayor debilidad en la inversión en bienes de equipo (2,9%) que se compensa con una mayor fortaleza del resto de la inversión, gracias al impulso de la construcción.
Dentro del gasto en consumo final, tanto el consumo de las administraciones públicas (1,2%) como el de las familias (2,3%) moderaron sus tasas de variación. En este apartado, la compra de productos duraderos que se aplazó durante la crisis parece que ya se ha realizado, por lo que el consumo se está ajustando más a su capacidad de gasto. Este comportamiento es compatible con una reducción de la deuda acumulada en los años previos.

La desaceleración afecta a todo el entorno europeo.

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