Entre el 12 de mayo y el 17 de septiembre el Museo Guggenheim de Bilbao ofrecerá la exposición 'París, fin de siglo. Signac, Redon, Toulouse-Lautrec y sus contemporáneos', con la vanguardia francesa de finales de siglo XIX como gran protagonista. La mayoría de las obras —125, entre pinturas al óleo y al pastel, dibujos, grabados y estampas— pertenecen a fondos europeos privados y se podrán ver en tres salas consecutivas de la tercera planta de la pinacoteca. La muestra se centra en las innovaciones radicales del Neoimpresionismo, el Simbolismo y los Nabis (grupo de artistas de la época caracterizados por su preocupación por el color), e incluye creaciones de artistas como Paul Signac, Odilon Redon, Pierre Bonnard y Henri Toulouse-Lautrec.
Los últimos años del siglo XIX fueron en París de frenética actividad artística, con una gran variedad de movimientos en liza, y a finales de la década de 1880 adquirió protagonismo una generación de artistas que incluía a los neoimpresionistas, los simbolistas y los Nabis. La exposición es un reflejo del quehacer de estas vanguardias, centrándose en algunas de sus principales figuras. El Neoimpresionismo debutó con entidad propia en una de las salas de la última Exposición Impresionista en París, en 1886, liderada por Georges Seurat. Ese mismo año, Félix Féneon, crítico de arte y alma mater de ese grupo, acuñó el término Neoimpresionismo en un artículo y, cuando falleció Seurat, todavía joven, Paul Signac tomó su lugar como cabeza visible y teórico del movimiento.
Estos pintores vanguardistas utilizaron teorías científicas sobre el color y la percepción para crear efectos ópticos en obras puntillistas, inspirados en los nuevos métodos ópticos y cromáticos desarrollados por los científicos. La representación del impacto de la luz sobre el color al ser refractada sobre el agua, filtrada a través de las condiciones atmosféricas a través de un campo, fue una preocupación constante para ellos.
En lo que se refiere al Simbolismo, comenzó a modo de movimiento literario en la década de 1880, y su ideario fue resumido pocos años después, en 1886, cuando el poeta Jean Moréas publicó el 'Manifiesto Simbolista' en el periódico Le Figaro. El término Simbolismo se aplica a una variedad de artistas que comparten las mismas metas 'anti-naturalistas'. Una de sus principales figuras fue Odilon Redon.
Finalmente, los Nabis —palabra que proviene del hebreo y significa 'profeta'— formaban una fraternidad con rasgos comunes y su arte estaba influenciado por los planos de colores uniformes y la disposición de trazos del Sintetismo clave de Paul Gauguin, al igual que por las bruscas delineaciones y composiciones bidimensionales de los grabados japoneses. Renunciando a la pintura de caballete, la obra de los Nabis estaba presente en grabados, posters e ilustraciones de periódicos como La Revue Blanche, que pertenecía a Thadée Natanson. A lo largo de la última década del siglo XIX, experimentaron con las posibilidades que ofrecía el contraste de los grabados sobre madera, como el ingenioso uso del blanco y negro por parte de Félix Valloton en sus comentarios mordaces sobre la sociedad parisina.
En definitiva, se trata de una de esas exposiciones que obligan a visitar el Guggenheim, ya que acoge obras, artistas y movimientos pictóricos esenciales para entender mejor la historia del arte. Y ya está abierta hasta finales del verano para que cualquier visitante disfrute de las joyas que la componen.
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La exposición permanecerá abierta hasta el 17 de septiembre en tres salas consecutivas de la tercera planta del Guggenheim. |
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