Era 26 de abril de 1937, lunes. Día de mercado, cuando los baserritarras de toda la zona se juntaban en Gernika-Lumo para comerciar. Sobre las 15.45 de la tarde se oyó un rugido en el cielo y apareció un único avión, al que seguirían muchos más. Las primeras bombas generaron una confusión total en el pueblo símbolo de las libertades vascas, y la gente comenzó a huir desesperada, bien hacia los refugios, bien hacia los montes aledaños. Aparecieron más bombarderos, para arrojar sobre las ruinas bombas incendiarias que arrasaran la localidad. Llevaron el fuego y la destrucción incluso a las zonas que no se habían visto afectadas por las primeras oleadas de los ataques. Gernika fue destruida casi en su totalidad, hasta un 85%, y entre los pocos edificios que quedaron en pie se encontraban la Casa de Juntas, la iglesia de Santa María y la fabrica de armas Astra.
La prensa republicana cifró en cientos, e incluso miles, las víctimas de aquella atrocidad. El Gobierno vasco, por su parte, cifró los fallecidos en 1.645 y los heridos en 889. Nunca se sabrá el número total de muertos, por la confusión del momento —Gernika era, además, lugar de refugio para muchas personas que huían del frente de guerra—, y la forma en que se llevaron a cabo las labores de desescombro, entre otros motivos.
Franco negó la participación de su ejército o la de sus aliados nazis y sostuvo que Gernika había sido atacada e incendiada por los 'rojos' y los 'separatistas'. No cabe atisbo de duda, sin embargo, acerca de la autoría de la Legión Cóndor alemana y también hay evidencias de que fue el propio Franco quien dio el visto bueno al ataque. Gernika fue atacada por muchos motivos: por ser la ciudad sagrada de los vascos, con lo que eso suponía de golpe moral al verla arrasada; pero para los alemanes reunía, asimismo, las mejores condiciones para que Hermann Goering, lugarteniente de Hitler y comandante supremo de la fuerza aérea nazi, ensayara los bombardeos sobre poblaciones civiles que después llevaría a cabo en otras muchas ciudades durante la Segunda Guerra Mundial.
A pesar del empeño de sus autores en tapar la atrocidad cometida, la prensa internacional pronto se hizo eco del ataque sobre Gernika. En ello jugó un papel muy importante el corresponsal del The Times británico George Steer. A partir de ese momento se fue alimentando la creación del símbolo universal de la paz. Pablo Picasso se inspiraría en lo acaecido aquel 26 de abril para pintar su cuadro más emblemático, al que bautizó como 'Guernica'. A partir de ese momento, la localidad se convirtió en mundialmente conocida ya que su destrucción marcó un antes y un después en la forma de participar en una guerra.
Gernika ha conmemorado el 80 aniversario del bombardeo con innumerables actos, tanto institucionales como culturales. Han visitado la localidad Dieprand von Richthofen, sobrino del jefe del Estado Mayor de la Legión Cóndor, y Karl-Benedikt von Moreau, sobrino del piloto de la misma agrupación alemana que bombardeó el pueblo, para leer una declaración pública de solidaridad con las víctimas. El Estado alemán pidió perdón públicamente a Gernika en 1997, y desde entonces las relaciones entre ambas partes han ido fructificando en intercambios de tipo cultural. La verdad y el reconocimiento del daño causado han posibilitado la reconciliación entre atacantes y atacados.
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El bombardeo del 26 de abril de 1937 arrasó el 85% de Gernika-Lumo. |
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