El Instituto Nacional de Estadística (INE) acaba de hacer pública la proyección de población en España para el período 2016-2031, y sus consecuencias son demoledoras. Así, si se mantuvieran las actuales tendencias demográficas, se perdería algo más de medio millón de habitantes en los 15 próximos años, y 5,4 millones hasta 2066.
En el caso de Euskadi, el bajón de habitantes para los tres próximos lustros se calcula en 80.000. La previsión en este caso es que la población baje un 3,7% hasta 2031, pasando de 2.162.626 personas este año a 2.083.176 dentro de quince años, es decir 79.450 personas menos. El descenso vendrá motivado porque el saldo vegetativo será negativo en el período analizado, y los fallecimientos superarán a los nacimientos —en 6.123 personas en 2020, en 8.085 en 2025 y en 8.349 en 2031—. No obstante, la proporción de inmigrantes que llegarán a Euskadi en los próximos 15 años superará al número de vascos que se vayan. En el caso concreto de los extranjeros, en 2020 el saldo migratorio será negativo como ahora y a Euskadi llegarán 291 personas menos de las que se marchen. Sin embargo, cinco años después el saldo será positivo en 505 personas, y en 2031 esa cifra mejorará hasta 851.
En el caso general español, la población aumentará levemente esta año, para ir bajando a partir de 2017 y seguir así de forma ininterrumpida en todo el período que recoge la proyección. Dentro de 50 años el descenso sería de más de 5,3 millones de habitantes, un 11,6%, y la población quedaría fijada en 41,1 millones en 2066. La bajada de la población residente se debería básicamente al progresivo aumento de las defunciones y a la disminución de los nacimientos, dinámica que será especialmente relevante a partir de 2040. De este modo, se produciría un saldo vegetativo negativo en todos los años estudiados, y ello supondría una disminución total de casi ocho millones de personas en los próximos 50 años.
Las cifras son especialmente malas en lo que al número de nacimientos se refiere. Seguiría bajando en los próximos años, siguiendo con la tendencia iniciada en 2009. Entre este año y 2031 nacerán unos 5,3 millones de niños, un 22% menos que en los 15 años previos. No obstante, la fecundidad de las mujeres mantendría una ligera tendencia al alza. El número de hijos por mujer sería de 1,36 en 2031 y de 1,38 dentro de medio siglo, frente al 1,33 actual. Por otra parte, la edad media de la maternidad, que se sitúa ahora en 31,9 años, seguirá creciendo sin parar, hasta acercarse a los 33 al final del período. En ese contexto, el descenso del número de nacimientos se debería, sobre todo, a la reducción del número de mujeres en edad fértil.
Por otra parte, la esperanza de vida en el momento del nacimiento alcanzaría los 83,2 años en los varones y los 87,7 en las mujeres en 2031. Esto supone mejorar los valores actuales en 3,3 y 2,3 años, respectivamente. En 2065, de mantenerse la tendencia actual, la esperanza de vida de los hombres llegaría a los 88,5 años y la de las mujeres los 91,6. Así, una mujer que alcanzase la edad de 65 años en 2065 viviría en promedio otros 28,2 años —25,1 los hombres—, frente a los 22,7 años de supervivencia actuales a partir de la edad mencionada —18,8 en el caso de los hombres—. Esto tiene unas consecuencia de enorme magnitud en lo que se refiere al mantenimiento del sistema de bienestar, tanto en lo que atañe a las pensiones como al sistema de salud. El futuro es apasionante, y en este campo viene repleto de retos.
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