Se cumple el quinto centenario de la muerte de Hieronymus van Aeken Bosch, que pasó con letras de oro a la historia del arte como 'El Bosco'. La efeméride se está celebrando echando la vista atrás y profundizando en su magna obra —el Museo del Prado, que acoge la más importante colección de sus cuadros, ofrece una exposición de primerísimo nivel desde el 31 de mayo hasta el 11 de septiembre—. Se cree que nació alrededor de 1450 en la localidad holandesa de Bolduque, o Den Bosch para los locales. Su familia provenía de Alemania, concretamente de Aquisgrán, y se dedicaba a la pintura desde varias generaciones atrás. Al ser pintores, según el sistema vigente en aquel momento, formaban parte del gremio correspondiente. A la muerte del padre sólo el hijo mayor podía usar gremialmente el apellido, en este caso van Aeken.
En 1463 ya utilizaba el nombre de den Bosch. Nada se sabe de sus primeros años, de su formación artística, pero se cree que aprendió en el taller familiar dedicado a la pintura al fresco, a dorar esculturas de madera y a la producción de objetos sagrados, especialmente para la catedral de la ciudad. En 1481 se casó con Aleid van de Meervenne, hija de un rico comerciante, lo que le facilitó el ascenso social a la alta burguesía urbana. Así, en 1486 ingresó en la 'Ilustre Hermandad de Nuestra Señora', cofradía compuesta por laicos dedicados al culto a la Virgen y a obras de caridad, involucrada en representaciones sagradas, de gran prestigio e influencia y a la que ya pertenecía su esposa.
Es a partir de 1490 cuando empieza a llamarse a sí mismo 'Jheronimus Bosch', como aparece mencionado en distintos estados de cuentas del ducado. Entre 1500 y 1504 no hay documentos referente al Bosco, y es probable que viajara a Italia y permaneciera en Venecia, ya que en esa ciudad existen varias obras suyas en colecciones privadas datadas en aquella época.
El interés por el pintor mostrado por Felipe II, en el contexto de la construcción del Monasterio de El Escorial en el último tercio del siglo XVI, resultó fundamental para vincularlo con España, aunque diversos coleccionistas privados ya se habían hecho con varias de sus obras anteriormente. El deseo del monarca por reunir obras de El Bosco parece motivado por haber contemplado algunos de sus cuadros más famosos como 'El Jardín de las Delicias' durante su primer viaje a los Países Bajos en 1547. Felipe de Guevara, erudito y asesor artístico del rey, resultó de gran importancia en este proceso. Del legado de su padre le quedaron seis de las obras del artista, que terminaron siendo adquiridas en 1570 por Felipe II.
'El Jardín de las Delicias' es, si duda, una de las obras más importantes de El Bosco, momento culminante de su arte, enigmática y universal. Realizada hacia 1510, es un tríptico para cuya confección utiliza un punto de vista muy elevado, lo que le permite situar a muchas figuras de personajes con figuras estilizadas sobre un campo verde. Pinta, también, un gran número de elementos imaginarios y simbólicos. Cuando el tríptico está cerrado compone la Creación del Mundo, con la representación del tercer día del Génesis y cuando está abierto hace referencia al Paraíso Terrenal, con la representación de Eva, los pecados carnales y una visión del infierno. Es, al fin y al cabo, la recreación de la oposición entre el bien y el mal. Además de éste, otros de los cuadros más destacados de El Bosco son 'La Coronación de Espinas', 'El Carro de Heno', 'Mesa de los Pecados Capitales' o 'Las tentaciones de San Antonio'.
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