El servicio de mensajería WhatsApp es, a estas alturas, la quintaesencia de las nuevas formas de comunicación. Su éxito fulgurante en la mayor parte del mundo le ha llevado a ser la aplicación móvil con mayor número de usuarios (más de mil millones, el 70% de ellos activos a diario), una especie de estándar de su sector. Ni sus insuficientes actualizaciones, ni sus problemas de seguridad, solventados recientemente con el correspondiente cifrado de extremo a extremo, han podido con ella. Que la Real Academia de la Lengua dé por bueno 'guasapear' como adaptación válida al español de 'to whatsapp' significa que este servicio ha calado muy hondo en los usos y costumbres hasta convertirse en poco menos que insustituible, hasta dar forma a un verbo de uso cotidiano.
WhatsApp es un juego de palabras que tiene su origen en la expresión en inglés 'What's up?', algo así como '¿qué hay?', 'qué pasa?', ¿cómo te va?', añádiéndole la abreviatura app, de la palabra 'aplication'. Fue fundada en 2009 por Jan Koum, llegado a Estados Unidos desde Ucrania a principios de los 90, y Brian Acton. Con anterioridad a embarcarse en ese proyecto el primero había sido director del equipo de operaciones de plataforma de Yahoo! y su compañero, jefe del equipo de ingenieros. El 19 de febrero de 2014, Mark Zuckerberg, creador de Facebook, anunció la compra de WhatsApp por un importe de 19.000 millones de dólares.
En la actualidad, la aplicación está disponible para los sistemas operativos iOS, Android, Windows Phone, BlackBerry OS, así como para Symbian y Asha (antes conocido como S40), aunque estas dos últimas son consideradas ya plataformas obsoletas. Hasta ahora, desde el 21 de enero de 2015, tenía una versión web a la que se podía acceder enlazando un código QR con los navegadores Google Chrome, Safari, Firefox y Opera. Pero presentaba constantes problemas de desconexión y los usuarios demandaban una aplicación para ordenador, al estilo de la de su rival Telegram. Eso mejoraría la productividad, siempre que WhatsApp sea utilizada como herramienta de trabajo.
Ese deseo se convirtió en realidad la pasada madrugada, aunque parcialmente. Las nuevas aplicaciones nativas de WhatsApp son compatibles con los ordenadores con sistema operativo Windows (desde Windows 8) y Mac OSX (desde la versión 10.9). Supone, sin duda, un importante avance respecto a la versión web, aunque las aplicaciones para ordenador siguen funcionando como extensiones de la aplicación principal ya instalada en el dispositivo móvil, lo que obliga a tener encendido el mismo para poder mandar y recibir mensajes. La propia compañía ha explicado en su blog corporativo que "así como WhatsApp web, nuestra aplicación de escritorio es simplemente una extensión de tu teléfono móvil. La aplicación refleja las conversaciones y/o mensajes que están en tu teléfono".
Para instalar WhatsApp de escritorio es necesario descargar el programa desde el navegador del ordenador. Tras ese paso tan solo hay que abrir la aplicación y escanear el código QR usando la aplicación del móvil. Para ello es necesario ir al menú de ajustes. A pesar de las limitaciones que se mantienen tras esta actualización, es evidente que WhatsApp, y por tanto Facebook, desean acceder al entorno laboral como herramienta de trabajo. Supone el intento, cada vez más sólido, de hacer la competencia directa a otros servicios cada vez más utilizados en el mundo empresarial, como Hangouts, de Google, o Slack. Queda por ver si este tímido primer paso es suficiente.
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