domingo, 29 de mayo de 2016

Cien años de Verdún

El presidente de Francia, François Hollande, y la canciller alemana, Angela Merkel, se han reunido en el cementerio de Consenvoye para conmemorar de forma conjunta el centenario de la terrible batalla de Verdún, durante la Primera Guerra Mundial. En una emocionante ceremonia, en la necrópolis de Douaumont, donde reposan una parte de los 300.000 soldados de ambos países que perecieron en aquel enfrentamiento, los dos mandatarios se han conjurado para mantener y reforzar el eje franco-alemán como garantía para avanzar en la integración europea. En septiembre de 1984, fueron François Mitterrand y Helmut Kohl quienes protagonizaron idéntico gesto en ese cementerio próximo a Verdún.
No es de extrañar que la carnicería que se produjo en ese lugar hace un siglo sea recordada con espanto y con la firme voluntad de que nunca vuelva a repetirse algo semejante. Fue la batalla más larga de la Primera Guerra Mundial, y la segunda más sangrienta tras la del Somme. Los ejércitos francés y alemán estuvieron frente a frente entre febrero y diciembre de 1916, en las cercanías de Verdún, al nordeste de Francia. A la lista de los tres centenares de miles de soldados muertos se les unió la del medio millón de heridos. De esa batalla proviene el famoso '¡No pasarán!', que adquirió mayor significado aún durante la Guerra Civil española. En el monumento en recuerdo a aquella batalla reposan los restos de miles de soldados de ambos países que no pudieron ser identificados.
Al comienzo de la guerra los alemanes intentaron en vano apoderarse de Verdún, que en 1914 estaba perfectamente fortificado. Sin embargo, a principios de 1916 una gran parte de las fortalezas se habían debilitado, ya que la mitad de la artillería en los fuertes se habían retirado el año anterior, dejando sólo las armas pesadas. En febrero, los servicios de espionaje franceses descubrieron los preparativos alemanes, pero un retraso en el ataque debido al mal tiempo dio al alto mando francés la oportunidad de enviar dos divisiones a la defensa de la zona en inminente peligro.
El 24 de febrero, a las 16.30, tres compañías de infantería alemanas entraron en el fuerte central del sistema de fortificación francés Fort Douaumont, que era la mayor fortaleza del sistema defensivo de Verdún. Cinco días después, el ataque alemán se ralentizó por las intensas nevadas y una defensa férrea de los franceses. El capitán Charles de Gaulle, futuro presidente de Francia, era comandante de compañía en aquel entonces, y fue hecho prisionero cerca de Douaumont durante la batalla.
En el enfrentamiento de Verdún estaba en juego la región de Alsacia-Lorena, que Prusia reclamaba como propia y que los franceses habían convertido en un símbolo de su soberanía. Cuando los alemanes capturaron Douaumont, Francia decidió lanzar un fuerte contraataque. Así comenzó una andanada de acometidas y repliegues, de ocupaciones y reconquistas. En los combates hubo de todo, bombazos, balazos y bayonetas por doquier. Y, por supuesto, el terrible gas venenoso. Para diciembre, los franceses lograron recuperar prácticamente todas las posiciones que habían perdido desde febrero.
Fue una derrota enorme para los alemanes. Y una catástrofe humanitaria sin precedentes para ambos contendientes. Verdún acabó siendo una batalla de desgaste, una cuestión de honor, con decenas de miles de soldados como víctimas de una auténtica trituradora humana. Un desastre que aún sigue muy presente un siglo después.


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