miércoles, 13 de abril de 2016

Más previsiones

Cualquier encrucijada obliga a estar bien atento para acertar con el camino a tomar, para saber qué deparará el recorrido. La economía mundial se halla inmersa en una tesitura en la que las interrogantes superan de nuevo a la certidumbre. Tomar buena nota de las previsiones de los organismos internacionales especialistas en la materia es más necesario que nunca, para explorar lo que puede venir y prepararse para ello. El Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de hacer público un nuevo informe en el que incide en advertencias pasadas. Augura que el PIB crecerá un 3,2% este año y un 3,5% el que viene, tras revisar a la baja por segunda vez sus previsiones de octubre, cuando estimaba un salto del 3,6% y del 3,8%, respectivamente.
Incluso considera que la previsión para 2017 puede pecar de optimista, ya que viene condicionada por circunstancias que pueden no cumplirse. Para dar en el clavo con la previsión "se debe producir una normalización en algunas economías sometidas a estrés, una reestructuración de la economía china que le permita mantener tasas de crecimiento altas y una recuperación de las tasas de aumento del PIB en los exportadores y en los emergentes", apunta. Es decir, que los augurios para el año que viene están cogidos con alfileres.
Frente a esta opción, hay otra que parece más realista. En este escenario se produciría un estancamiento en los países desarrollados "si la actividad permanece débil" y una caída en los emergentes "si persiste la depreciación de sus monedas y el declive de la entrada de capitales". Los factores de riesgo no acaban ahí, ya que los problemas geopolíticos —crisis de los refugiados de Siria, amenazas terroristas e incluso epidemias—podrían sumarse a la lista.
Los países desarrollados son especialmente vulnerables a tenor de lo que indica el informe del FMI. Las economías más importantes crecerán un 1,9% y un 2% este año y el que viene, a distancia del 2,8% de media del período 1998-2007, antes de la gran crisis internacional. Todas quedan por debajo de esa cifra, aunque destaca lo sombrío que parece el futuro para la zona euro y, especialmente, para Japón, cuyo PIB retrocederá una décima en 2017 por la subida de dos puntos del IVA. En lo que respecta a los países en los que rige la moneda común europea, el informe señala que España experimentará el mayor crecimiento del PIB tanto este año como el venidero, con una subida del 2,6% para 2016, una décima menos de lo estimado con anterioridad, y del 2,3% para 2017. El potencial de crecimiento seguirá muy tocado en la zona euro por las consecuencias de la crisis económica y de la deuda soberana, sin olvidar el envejecimiento de la población y una productividad considerada reducida.
Todo ello lleva al FMI a considerar que los riesgos para la estabilidad financiera mundial se han incrementado desde octubre. A su juicio, en las economías avanzadas, las perspectivas se han deteriorado debido a la creciente incertidumbre y a los reveses sufridos en el crecimiento y la confianza. Las perturbaciones en los mercados de activos internacionales no han hecho sino exacerbar esas presiones y, además, el descenso de los precios del petróleo y las materias primas han mantenido elevados los riesgos en las economías emergentes, mientras que la mayor incertidumbre en torno a la transición del modelo de crecimiento de China ha aumentado los efectos de contagio en los mercados mundiales. El Fondo señala que "la intensificación de la volatilidad del mercado y la aversión al riesgo podrían obedecer a un aumento de los riesgos económicos, financieros y políticos", así como a una menor confianza en las políticas implementadas. Pero la recuperación de los precios de los activos a partir de febrero ha anulado una gran parte de dichas pérdidas y ha reducido la volatilidad. "La actitud del mercado se ha visto respaldada por la subida de los precios del petróleo y las materias primas, los datos más sólidos de Estados Unidos y las medidas de apoyo de los bancos centrales", destaca el informe. En cualquier caso, el efecto neto de la turbulencia ha sido "un shock de la confianza", con repercusiones negativas para la estabilidad financiera.
Frente a ese panorama, el FMI defiende medidas adicionales que den paso a una combinación de políticas "más equilibrada y potente" para mejorar las perspectivas de crecimiento e inflación y para conseguir la estabilidad financiera ya que, de no ser así, "es posible que reaparezca la turbulencia en los mercados".


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