El Papa Francisco continúa rompiendo moldes, llevando cambios de calado al seno de la Iglesia. En esta ocasión ha sido su exhortación 'Amoris Laetitia', dada a conocer el pasado día 8, la que ha introducido aspectos novedosos en la que venía siendo línea oficial del Vaticano acerca de la familia. En ese voluminoso documento, que consta de nueve capítulos, el Sumo Pontífice aboga por una postura menos rígida ante los divorciados. Así, solicita a las iglesias que lleven a cabo lo que denomina "discernimiento especial" ante algunas situaciones calificadas como "irregulares": las de los divorciados vueltos a casar, las de los esposados a través de matrimonios civiles o las que atañen a las parejas que conviven antes de pasar por el altar, sin ir más lejos. Francisco defiende que "no todos están en pecado mortal" y, en consecuencia, no deben ser automáticamente excomulgados, sino que debe estudiarse cada caso. En la práctica, el Papa abre así la posibilidad de que las personas divorciadas que se hayan vuelto a casar tengan la posibilidad de recibir la comunión.
Aunque este tipo de cuestiones puedan parecer alejadas de la vida diaria de los ciudadanos, son muchos los creyentes para los que resultan importantes. En ese sentido, las palabras del máximo dirigente del catolicismo han sido acogidas con numerosas muestras de apoyo, por lo que significan de aperturismo y de puesta al día en consonancia con la realidad social. La Iglesia católica sigue teniendo una fuerza formidable y su influencia se deja notar, en una u otra medida, en la vida de cientos de millones de personas, incluso de muchas que no ejercen como practicantes.
A lo largo de 270 páginas y 325 puntos, el Papa reconoce la complejidad de la vida familiar moderna y, además, subraya la necesidad de que la Iglesia esté cerca de las personas sin importar la situación en que se encuentren o lo alejados que se puedan sentir de la Iglesia. Se trata de un documento de lectura esencial para obispos, sacerdotes y agentes de la pastoral familiar. 'Amoris Laetitia' pretende ofrecer una "garantía" a los católicos divorciados vueltos a casar de que la Iglesia se preocupa por ellos, de que siguen formando parte de la misma. En esa línea, los pastores deben hacer todo lo posible por ayudar a esas personas a involucrarse en la vida de la comunidad cristiana.
"La Iglesia posee una sólida reflexión acerca de los condicionamientos y circunstancias atenuantes. Por eso, ya no es posible decir que todos los que se encuentran en una situación así llamada irregular viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante", reza el texto. Según detalla, el desconocimiento de la norma, la dificultad para comprender valores inherentes a la misma o "condiciones concretas que no permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa" son algunas de estas circunstancias que, en su opinión, se deben tener en cuenta a la hora de valorar la participación de las personas que viven en una situación llamada "irregular" en la Iglesia. Entre los atenuantes, el documento pone el ejemplo de una persona divorciada que se ha vuelto a unir con otra con la que mantiene una relación "consolidada en el tiempo, con nuevos hijos, con probada fidelidad y compromiso cristiano" frente a aquella que ha provocado "sufrimiento y confusión" a los hijos o que ha fallado a sus compromisos familiares". Más allá del lenguaje, lo esencial es el cambio que se va produciendo lentamente en el reconocimiento de las nuevas prácticas sociales.
Un cambio que, en todo caso, no llega a las uniones homosexuales. A pesar de las palabras de comprensión que el Papa dedicó en su día a este colectivo, la Iglesia insiste en que las uniones entre personas del mismo sexo no se pueden equiparar al "matrimonio cristiano". El documento en cuestión sólo alcanza a este tipo de matrimonios y familias, incluyendo a las personas que no estén casadas, como los padres y madres solteros, las viudas y viudos o los hombres y mujeres solteros sin descendencia. A partir de este punto, habrá que ver cómo sigue evolucionando la doctrina de la Iglesia ante cuestiones que van más allá de las recogidas en la presente exhortación o para las que no hay cambios. Francisco parece dispuesto a seguir avanzando.
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