El 26 de abril se recuerda cada año el aniversario del bombardeo de Gernika. Aquel día de 1937 los aviones de la Legión Cóndor alemana y de las fuerzas aéreas italianas masacraron la emblemática localidad vizcaína, cuna de las libertades, reduciéndola a escombros. Se trató del primer ensayo de guerra total, de devastación pura y dura, que alcanzaría el clímax con posterioridad durante la Segunda Guerra Mundial. Se lanzaron sobre Gernika al menos 31 toneladas de bombas, y el centro urbano quedó aniquilado. Un total de 271 edificios —el 85% de los que tenía el pueblo— fueron destruidos en su totalidad, y el resto quedó afectado en alguna medida. Las bombas incendiarias generaron un voraz incendio que tardó días en ser sofocado. El Gobierno Vasco registró 1.654 víctimas mortales y el entonces alcalde de la localidad, José Labauria, agregó que habían sido más de mil los que habían fallecido como consecuencia del bombardeo, entre ellas 450 personas en el refugio de la calle Andra Mari. A día de hoy esa cifra se ha reducido notablemente.
El ataque tuvo lugar en lunes, día de mercado en la localidad, cuando los baserritarras de los pueblos cercanos se reunían en la plaza para vender sus productos. No obstante, en aquella ocasión se acercó menos gente que en otras, ya que la feria fue prohibida antes del mediodía por el alcalde, ante la progresiva cercanía del frente. La Casa de Juntas y el Árbol de Gernika no fueron afectados por el bombardeo; y el puente de Errenteria, apuntado como objetivo, también quedó intacto. Se trataba, por tanto, de una mera operación de terror en contra de la población civil. El 28 de abril, dos días después de la barbarie, las tropas sublevadas entraron en el municipio y quemaron los archivos de la Iglesia de Santa María.
En opinión de la mayoría de historiadores, la intención de los atacantes fue, simple y llanamente, destruir Gernika. Se basan para ello en dos hechos indiscutibles. El primero es la utilización de bombas explosivas e incendiarias, con gran capacidad destructiva. El segundo es que se ametralló a la población civil, dejando de lado los objetivos militares utilizados como pretexto. El jefe del Estado Mayor de la Legión Cóndor Wolfram Von Richthofen escribió lo siguiente tras visitar la localidad: "Las bombas de 250 kilos derribaron un buen número de casas y destruyeron las cañerías. Las bombas incendiarias tuvieron tiempo para desplegar su eficacia. Las casas estaban construidas con cubiertas de teja, galerías de madera y entramado del mismo material, por lo que fueron completamente destruidas".
El bombardeo alcanzó repercusión internacional por el significado del objetivo, y se ha convertido en símbolo universal por la paz. Los franquistas atribuyeron la destrucción de Gernika al bando republicano, como ya habían hecho en los casos de Eibar e Irun, pero la presencia en la zona de periodistas ingleses como George Steer, de 'The Times', desmontaron semejante acusación. Pablo Picasso se inspiró en la masacre para uno de sus cuadros destinado a la Exposición Internacional de París de ese mismo año y la obra, el 'Guernica', se convertiría en una de las más sobresalientes de la pintura del siglo XX.
En 1997, 60 aniversario del ataque, el entonces presidente de Alemania, Roman Herzog, remitió una carta a los supervivientes del bombardeo pidiendo públicamente perdón por la directa implicación de su país. A través del embajador en España, el jefe del Estado germano quiso asumir ese pasado y reconocer expresamente la culpa de los aviones alemanes involucrados. "Les dirijo a ustedes, como sobrevivientes del ataque y testigos del horror vivido, mi mensaje conmemorativo de condolencia y duelo", remarcó.
Gernika es hoy un símbolo vivo en favor de la paz y la reconciliación. El bombardeo supondrá siempre un antes y un después en su historia, y debe servir para concienciar ante tantas masacres en cualquier parte del mundo. Desgraciadamente, el ser humano es pertinaz en la repetición de sus más trágicos errores. Y sigue habiendo muchos Gernikas, en Siria, en Irak, en Afganistán, en muchos países africanos... Cada 26 de abril es también un buen punto de partida para redoblar los esfuerzos individuales y colectivos en contra de tanta atrocidad.
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