sábado, 13 de febrero de 2016

Católicos y ortodoxos

Toda la prensa mundial ha recogido en primera plana la histórica reunión de este viernes en el aeropuerto de La Habana entre el Papa Francisco y Kiril, el patriarca de la iglesia ortodoxa rusa. Y no es para menos. Ha sido el primer encuentro entre los líderes de dos de las principales ramas del cristianismo desde que ambas se separaron definitivamente hace mil años, concretamente en 1054. Los anteriores intentos, siendo sumo pontífice Juan Pablo II, nunca cuajaron y ha sido Bergoglio quien lo ha logrado. La cita podría ser un primer paso para una visita oficial a Rusia, después de que el Papa se haya reunido ya en dos ocasiones desde su elección, en marzo de 2013, con el presidente Putin. El tema central de la reunión en la capital cubana entre los mandatarios religiosos ha sido la persecución de los cristianos en Oriente Medio, fundamentalmente por parte del llamado Estado Islámico, aunque esa penosa situación también se da en otras zonas de África y Asia.
Según datos de 2014, hay más de dos mil millones de cristianos en el mundo, de los que la mitad son católicos, 260 millones ortodoxos y el resto pertenecientes a otras iglesias. El cisma de 1054 supuso el punto final de una división que se venía gestando durante siglos. Ese año, el Papa de Roma y el patriarca de Constantinopla, actual Estambul, se excomulgaron mutuamente y activaron un conflicto que aún perdura. Las iglesias cristianas de Oriente y Occidente se habían ido separando lentamente, en todos los aspectos. En el plano cultural, ya que en la parte occidental se hablaba latín y en el Oriente bizantino prevalecía la cultura helenística griega. Pero fueron las diferencias teológicas y doctrinarias, como el concepto de purgatorio o la llamada 'controversia trinitaria', las que llevaron la situación al límite.
Mientras en occidente se cree y se reza al Espíritu Santo, que 'procede del padre y del hijo', los ortodoxos prescinden de la figura del hijo. Es un conflicto generado por lo que en latín se denomina 'filioque' ('y del hijo'). Respecto al purgatorio, la iglesia católica considera que las almas, después de la muerte, van a un lugar donde se limpian o purgan de sus pecados leves, sufriendo algunos tormentos, y que después de ese lavado espiritual entran al paraíso. Los ortodoxos, sin embargo, creen que las almas esperan al juicio final, en un lugar que no es ni el paraíso ni el 'hades', una especie de mazmorra de tormento y sufrimiento. Otras diferencias entre ambas iglesias tienen que ver con el pecado original, la Inmaculada Concepción de María o las órdenes y congregaciones, sin olvidar las de orden litúrgico y las relacionadas con la infalibilidad papal. Estos dos últimos apartados son de gran calado. El Papa es la máxima autoridad en la Iglesia católica, mientras que la ortodoxa está dividida en patriarcados entre los que existe igualdad. El patriarca de Constantinopla, Bartolomé, tiene cierta preeminencia, pero sin jurisdicción sobre toda la confesión ortodoxa. Su patriarcado, con unos 10.000 fieles, no tiene, ni de lejos, el peso del de Kiril, que suma unos 120 de los 200 millones de creyentes ortodoxos.
Al salir por primera vez al balcón de la plaza de San Pedro, el Papa Francisco se presentó como "obispo de Roma" y ese gesto de entender la Iglesia como un conjunto de diócesis autónomas no centralizadas en el Vaticano fue muy apreciado por Bartolomé, que acudió a la toma de posesión de Bergoglio. Era la primera vez en la historia que el patriarca de Constantinopla acudía a este acto. Desde Moscú estos movimientos se siguieron con gran interés y el proceso de acercamiento ha desembocado en el encuentro entre Francisco y Kiril.
El primero desea que la primacía papal no sea obstáculo para la unidad de la Iglesia, máxime en tiempos tan complicados para los cristianos en tantas partes del mundo. No obstante, uno de los principales problemas de los ortodoxos es, justamente, la falta de una jefatura clara. La Iglesia ortodoxa lleva más de 50 años intentando reunirse en un sínodo, lo que equivale al concilio católico, por falta de una autoridad central, aunque, finalmente, se celebrará este próximo junio en la isla griega de Creta. Será todo un acontecimiento, del que el Vaticano no perderá detalle. Queda por ver qué grado de acercamiento permiten el encuentro del viernes y todos los movimientos que, lentamente pero sin pausa, se irán produciendo en esa dirección.

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