jueves, 11 de febrero de 2016

Casi medio millón de muertos

La guerra civil siria está dejando un reguero interminable de muertos. Las imágenes de decenas de miles de personas que huyen del horror en que se ha convertido su país apelan una y otra vez a las conciencias de los ciudadanos de cualquier parte del globo. A nadie debe extrañar que arriesguen todo para aspirar a una vida mejor, en la que las carnicerías diarias no sean lo habitual. Tras cinco años de conflicto armado, han muerto allí 470.000 personas y la esperanza de vida, que en 2010 era de 70,5 años, ha bajado hasta los 55,4. En concreto, el 11,5% de la población siria ha muerto o ha resultado herida en este tiempo. Además, el 85,2% de la población está en una situación de pobreza. Son cifras recogidas en el informe 'Confrontando la fragmentación', del 'think tank' Syrian Center for Policy Research.
En este último lustro, la población de Siria ha pasado de 21,8 millones de habitantes a 20,21, cuando se preveía que, en condiciones normales, llegara a los 25,59 millones. En este tiempo 3,1 millones de sirios han buscado refugio en otros países, mientras que 1,17 millones emigraron en busca de trabajo y una vida más próspera. Entre quienes se quedaron en un país dividido entre diversas facciones enfrentadas, hay unos 6,36 millones de desplazados internos, mientras que 13,8 millones perdieron sus trabajos y su fuente de ingresos. Siria tiene en la actualidad una tasa de paro del 52,9%. La destrucción del tejido económico y la inseguridad han hecho que se disparen los índices de pobreza, y un 69,3% de la población se halla ya en situación de extrema pobreza, lo que significa que no pueden cubrir sus necesidades alimentarias más básicas.
Otra consecuencia directa de la guerra es que la tasa de escolarización ha caído drásticamente, hasta el 45,2%. Según los datos correspondientes al 2014 recogidos en el citado informe, el 35% de los que no van a la escuela aluden al temor de sus padres por su seguridad, el 21% a problemas financieros y a que tienen que ayudar a sus familias, y el 19% señalan que sus escuelas fueron destruidas o dejaron de funcionar.
La lista de pérdidas en estos cinco años es interminable. La guerra ha destruido al país también desde el punto de vista financiero y ha terminado por generar instituciones y poderes separados en función de los distintos grupos enfrentados. El año pasado acabó con una caída interanual del PIB del 4,7% y un retroceso del consumo del 33,4%, que hay que añadir a los de los años anteriores. La inversión también se ha desplomado, como es lógico. En 2015 cayó un 5% adicional que hay que sumar a las bajadas de los ejercicios precedentes. Las exportaciones disminuyeron un 29% y las importaciones, un 20%. El déficit comercial ha llegado ya al 27,6% del PIB. El informe del Syrian Center for Policy Research calcula las pérdidas acumuladas hasta finales de 2015 en 254.700 millones de dólares (unos 224.800 millones de euros), lo que equivale al 468% del PIB que tenía Siria en 2010, al iniciarse las hostilidades.
Mientras tanto, Turquía está levantando un muro para sellar su porosa frontera de 911 kilómetros con Siria y evitar así el paso de combatientes y refugiados. Más de cuatro millones de sirios se concentran en solo cinco países: Turquía (1,9 millones), Líbano (1,2), Jordania (500.000), Irak (250.000) y Egipto (130.000). Otros países de la zona, como Arabia Saudí, Qatar y Kuwait, cerraron sus fronteras y no aceptaron solicitudes de asilo. En lo que respecta a Europa, Alemania y Suecia recibieron casi la mitad de las solicitudes de asilo por parte de sirios en toda la Unión Europea.


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