No hace falta que a los vascos nadie nos explique qué supone
emigrar. Lo hemos hecho en gran número a lo largo del siglo XIX y la primera
mitad del XX. Muchos países de Latinoamérica tienen importantes colonias
vascas, muy reconocidas socialmente por su capacidad de emprendizaje y
liderazgo. El caso de Chile es, por ejemplo, muy significativo. En
el norte del continente, también cabe destacar el peso de los vascos en el
estado de Idaho y en especial en Boise, su capital. Al margen de lo ocurrido en
la posguerra civil, con una evidente carga política, el principal motivo para
dar el salto americano fue, en general, de índole económica. La búsqueda de una
vida mejor ha impulsado a los seres humanos a abandonar su entorno a lo largo
de la historia. Y los vascos no hemos sido una excepción.
Los pueblos en los que la emigración ha sido un fenómeno
importante debieran tener una especial sensibilidad ante tantos dramas similares de
nuestros días. Muchos han conocido en sus familias las historias de generaciones anteriores,
que han transmitido sus vivencias en diversos países y en distintos
trabajos. Esas experiencias, a veces traumáticas, siempre
difíciles, tienen que servir para mostrar cierta empatía por quienes padecen
situaciones semejantes en el presente.
Es verdad que los vascos han sabido mantener sus tradiciones
en la lejanía, adaptándose a su vez a la idiosincrasia de sus países de
acogida. Es un ejercicio imprescindible para poder integrarse plenamente, para
ser parte de las nuevas sociedades que cobijan a quienes huyen de las
dificultades. Ese toma y daca, esa voluntad de aportar, de devolver parte de lo
recibido, resulta decisivo a la hora de afrontar con éxito la marcha forzada a un nuevo
país.
A día hoy los periódicos recogen informaciones relacionadas
con la inmigración, con aquellos que buscan un futuro en Euskadi o en países cercanos. Aunque la crisis ha obligado a muchísimos jóvenes de nuestro entorno a repetir el
padecimiento de sus abuelos, por norma general en los últimos años hemos sido una sociedad receptora. El este de Europa, Latinoamérica y África son los puntos de origen fundamentales de quienes aquí han llegado. Auténticos dramas humanos se suceden entre quienes buscan una vida mejor. Estos días, sin ir más lejos, se ha conocido la muerte de cuatro personas en una patera cerca de Canarias. Sin olvidar a los muchos que engulle el Mediterráneo cada año. Es un problema complejo, que debe ser abordado con multitud de medidas a nivel global, pero, en cualquier caso, a nuestra escala, nunca debemos dejar de ser un país con memoria, sensible y solidario ante tanto sufrimiento.
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