Iñigo Lamarca, Ararteko en funciones, ha pedido que la
diversidad sexual forme parte del plan de estudios en los centros educativos
vascos. A su juicio, sería “ideal” que “el estudio y trabajo en materia
afectivo-sexual fuese contenido curricular”, evitando así que se convierta en un quehacer voluntario
que quede al albur de los criterios de cada centro escolar. En ese sentido,
consideró imprescindibles las políticas públicas “proactivas” en pro de la
igualdad y en contra del acoso homofóbico y defendió la implicación del “100%” de las escuelas vascas, tanto públicas
como concertadas, para dar pasos firmes en esa dirección. Añadió, asimismo, que “la
participación de las familias” es fundamental a modo de acompañamiento eficaz para poder dar pasos en el ámbito
educativo.
Lo que propone el Ararteko no carece de lógica. Una sociedad
avanzada debe profundizar en la igualdad de derechos y oportunidades entre
hombres y mujeres, así como en la plena aceptación de la diversidad de índole
sexual, entre otras. No caben discriminaciones ni tibiezas y queda mucho terreno por
recorrer. La escuela es fundamental para ganar esas batallas. La educación es
la piedra angular sobre la que debe edificarse una sociedad más justa e
igualitaria, en la que todos los ciudadanos se sientan plenamente integrados y
aceptados al margen de su sexo, orientación sexual, procedencia, religión y
demás elementos consustanciales de la persona.
En lo que atañe a la materia afectivo-sexual a la que se
refiere Lamarca, continúa habiendo grandes focos de incomprensión o abierto
rechazo hacia quienes no participan de la orientación mayoritaria. Se ha
avanzado mucho en los aspectos legales, en el trato de los medios de comunicación
y en la aceptación social, pero numerosos estudios indican que es precisamente en
el ámbito escolar, entre los más jóvenes, donde persisten las viejas inercias
intolerantes.
Por tanto, la petición de Lamarca debería ser atendida por
los responsables políticos, ya que la plena aceptación de la diversidad, también
de la que se refiere al ámbito señalado, permite avanzar en la construcción de
una sociedad mejor, más igualitaria, respetuosa e integrada. La escuela debe
desempeñar una labor fundamental en esa materia, convirtiendo el aprendizaje y la
vivencia de la igualdad entre las personas, del respeto al diferente, en una de
sus características básicas. Más si cabe.
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