Suena a topicazo, a lo que todos los seguidores de los equipos importantes piensan del suyo. Pero en este caso es cierto. No hay afán de exclusividad ni desmesura en la afirmación. El Athletic es mucho más que un club de fútbol. Pocos han logrado un arraigo semejante en su entorno, y son contadísimos los que gozan de parecida identificación con los ciudadanos de todo un territorio, al margen de ideologías o creencias. Por no hablar de su romántica forma de entender el fútbol, de su historia de leyenda o del prestigio internacional que atesora como entidad seria y solvente. La suma de todo estos factores explica la gran preocupación que existe en Bizkaia ante la errática trayectoria del equipo en la temporada actual.
Sobre el papel la situación no parece dramática. Renquea en Liga, sí, pero está en la semifinal de Copa y participa en la Europa League después de su paso por la Champions. Aunque no hay color si tomamos como referencia el nivel del curso anterior, bien es verdad que con menor carga de partidos. Con el mismo entrenador en el banquillo, Valverde, uno de los mejores profesionales en lo suyo, y una plantilla de calidad contrastada, el balance actual no supera lo mediocre. El último partido de Liga, anodino y exasperante, fue un buen resumen de todo ello.
Esta semana va a ser casi trascendental para el Athletic. La eliminatoria europea contra el Torino llega en un momento crítico y con los italianos en periodo de gracia. Después toca volver a la Liga, a abrir brecha con los equipos en puestos de descenso. En los tiempos que corren, los futbolistas de élite son unos auténticos privilegiados. Mientras miles de jóvenes magníficamente preparados se consumen en el paro o hacen las maletas para irse al extranjero, los componentes del Athletic tienen sueldos inalcanzables para cualquier persona de su edad. Por eso, y porque tienen a tanta gente que se sacrifica para seguirles con devoción, están obligados a ser muy conscientes del esfuerzo y compromiso que se les exige. La afición debe continuar ahí, sobre todo en los malos momentos, sin cejar jamás, pero a quienes componen la primera plantilla del club se les exige mostrar una actitud a la altura de las circunstancias. Solo así se podrá superar la comprometida situación actual y se recuperará la plena comunión entre equipo y afición, que es una de las numerosas características que hacen tan grande al Athletic. No es exagerado decir que Bizkaia entera está pendiente de su equipo. Es tiempo de unidad, de orgullo, de apoyo... y de darlo todo en cada partido.
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