jueves, 13 de noviembre de 2014

¿Por qué Malala y Kailash?

La pakistaní Malala Yousafzay y el indio Kailash Satyarthi fueron galardonados el pasado octubre con el Premio Nobel de la Paz 2014. En línea y media explica el Comité Nobel Noruego su decisión: “por su lucha contra la opresión de los niños y jóvenes y por el derecho de todos los niños a la educación”.

El caso de Malala es posiblemente más conocido por las circunstancias sorprendentes que rodearon su aparición en la escena pública. Con 15 años ya hacía campaña en su país por el derecho de las niñas a ir a la escuela. El 19 de octubre de 2012, un talibán le disparó a la cabeza llevándola a las puertas la muerte. Pero se recuperó, y ahí está desde entonces recorriendo el mundo con un mensaje simple y claro: sólo la educación nos salvará. La firmeza con que defiende sus ideas la ha llevado por el mundo y es escuchada en los principales foros. Hoy tiene 17 años, pero “a pesar de su juventud, Malala Yousafzay lleva luchado durante años por el derecho de las niñas a la educación, y ha demostrado por ejemplo que, formándose, los niños y los jóvenes, también pueden contribuir a la mejora de su propia situación” señala el Comité Noruego del Nobel en su declaración. “A través de su heroica lucha ella se ha convertido en el altavoz, en la líder del derecho de las niñas a la educación”. Satyarthi, de 60 años, es una activista indio de los derechos de los niños que ha luchado contra el trabajo infantil y otras formas de abuso y explotación. Según el Comité, “mostrando un gran valor personal, Kailash Satyarthi, manteniendo la tradición de Gandhi, ha encabezado diversas formas de protesta y manifestaciones, centrándose en luchar contra la explotación de niños para obtener ganancias financieras”, y señala, “él también ha contribuido al desarrollo de importantes convenios internacionales sobre los derechos del niño”. El Comité señala que educar y capacitar a los más jóvenes y respetar sus derechos son el requisito previo para que las zonas en conflicto evolucionen pacíficamente. La violencia sobre los niños genera violencia generación tras generación. Por cierto, el Comité valora especialmente el hecho de Malala sea pakistaní, es decir, musulmana, y Satyarthi hindú, religiones donde también prolifera el extremismo. El ejemplo de estas dos personas deja claro que no debe haber obstáculos cuando se lucha a favor de la educación y contra el fundamentalismo.

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