El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), casualidad o no, viene publicando estos días informes de inusitada gravedad sobre el estado de la biodiversidad tanto en Europea como en el planeta. WWF anuncia, por ejemplo, que Europa ha perdido en menos de 30 años 421 millones de aves, un dato que discrepa poco de otro que afirma que el planeta ha perdido la mitad de su vida salvaje en los últimos cuarenta años.
Por otro lado, está el informe bienal de la UNESCO, elaborado a partir de otros tres: el Índice Planeta Vivo (LPI), la Huella de Agua y la Huella Ecológica. El API mide la evolución de la biodiversidad basada en 10.380 seres vivos pertenecientes a 3.038 especies. Los resultados del estudio de este índice muestran que el número de estas especies ha disminuido en un 52% en 40 años entre 1970 y 2010. Las especies más afectadas son las de agua dulce con una caída del 76% de su fuerza de trabajo. En cuanto a las partes del mundo más afectadas, América Latina se lleva la peor parte (-83%), seguida de cerca por Asia y el Pacífico. El informe sobre la huella ecológica mide la presión ejercida por el ser humano sobre la naturaleza a partir del cálculo preciso de la cantidad de tierra y agua que necesitamos para satisfacer nuestras necesidades. WWF dice que la huella digital ha llegado a 18,1 millones de hectáreas globales. El doble que en 1950. Todo lo cual significa que el ser humano ha utilizado en 2010 el equivalente a planeta y medio para vivir. En cuanto a la huella hídrica, el último informe mide el volumen de agua dulce y el agua de lluvia necesaria para nuestro estilo de vida. Como era de esperar, es la producción agrícola la que utiliza la mayor parte de la huella hídrica mundial con el 92%, por delante de la producción industrial y de uso doméstico con el 4,4% y 3,6%, respectivamente, de la huella hídrica total.
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