A finales de septiembre tuvo lugar en Canarias un encuentro internacional de científicos de diversas ramas y orientaciones para debatir sobre el futuro de la ciencia y más exactamente de la astrofísica. En términos mediáticos es muy probable que lo más noticiable de este encuentro haya sido la presencia de Stephen Hawking, el físico teórico británico que ha revolucionado la ciencia con sus teorías. Lo novedoso es que haya salido del Reino Unido teniendo en cuenta las restricciones que le impone su estado de salud (sufre ELA) y que los médicos le impiden viajar en avión. El viaje se hizo en barco.
Leyendo la reseña de este encuentro canario volví a darme de bruces con la presencia de científicos y expertos en diversas materias que a día de hoy siguen negando el cambio climático y los efectos que se dejan ver sobre la superficie de la tierra como consecuencia de este cambio que los humanos estamos provocando con nuestras acciones.
Sigo leyendo el periódico y me encuentro con un titular que me sorprende agradablemente: “La Iglesia se suma contra el cambio climático”. Me sorprende agradablemente porque, no teniendo nada en contra de esta institución, sí tengo la sensación, como muchos, de que se trata de una organización bastante conservadora, un tanto lenta a la hora de ponerse a la altura de las circunstancias y admitir todo tipo de nuevas evidencias científicas.
El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, ha dicho ante la Asamblea de la ONU que la Iglesia se suma contra el cambio climático y que el cambio climático es una cuestión de “justicia, respeto y equidad” que se refiere a la “dignidad humana” y que su solución no puede reducirse a un “mero problema técnico”.
“No hay fronteras, barreras o muros políticos donde poder esconderse para protegerse del otro ante los efectos del calentamiento global”, dijo. Por ello, ha exclamado que no hay espacio para “la globalización de la indiferencia, la economía de la exclusión o la cultura del descarte”, y ha apelado a “la responsabilidad común de proteger el clima mundial”.
En este sentido, Parolin ha llamado la atención a la ONU sobre la necesidad de actuar con un plan común ante dos objetivos vinculados entre sí: “luchar contra la pobreza y mitigar los efectos del cambio climático”.
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