En muchas empresas, de hecho, se ha terminado con los currículos de papel tradicionales. O lo envías online o no se dan por enterados. Parece que la fórmula tiene muchas ventajas, fundamentalmente para que el departamento de recursos humanos no se vea desbordado por avalanchas de papel. Con un buen sistema de archivo y otro de localización de palabras clave el trabajo de detectar el talento y a los buenos candidatos se simplifica mucho. Como la alegría va por barrios, resulta que lo que es interesante para una parte no lo es para la otra. Sucede que, que según una encuesta reciente realizada entre más de 1.000 demandantes de empleo, la mayoría de los candidatos se ven decepcionados/desalentados por este sistema. Hablan de complejidad innecesaria, de actividad estresante, de obstáculos tecnológicos (les resulta inaudito no poder hacerlo desde un dispositivo móvil), etc. Por ejemplo, el 70% está dispuesto a buscar trabajo a través de su móvil pero sólo el 25% de las empresas tiene adaptada su solicitud a ese soporte. De todo este se deduce que es muy posible pensar que algunos o muchos potenciales candidatos desistan de enviar su currículo antes de haberlo completado lo que, a su vez, obligue a los seleccionadores a pensar que la imagen de su empresa no es la óptima y que los posibles buenos candidatos que se apean pueden acabar en la competencia. Y luego está lo de responder, una práctica que pocas empresas se toman en serio. Una vez enviado el currículo, es decir, demostrado un interés por formar parte de una compañía, qué menos que la otra parte te haga saber que lo ha recibido correctamente y, llegado el momento, te comunique cosas sobre lo que tú le ofreces y lo que ella busca.
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