Pese a que la cantidad de agua sobre la superficie de la tierra es bastante constante, diversas circunstancias están llevando a muchas regiones del planeta a sufrir por su escasez y por no disponer de medios para acceder a ella. Cuando se lleva un rato hablando sobre esta cuestión, antes o después, sale a la palestra la posible utilización de las aguas residuales y las actitudes de los ciudadanos ante la posibilidad de verse obligados a reutilizar aguas residuales y, lo que es más problemático, a beberla y cocinar con ella. La distinción entre aguas grises y aguas negras es clave, de manera que la mayoría da por buena la posibilidad de utilizar estas aguas en regadío, limpieza de calles, etc., una vez reciclada. La cuestión está en incorporarlas a usos personales. La verdad sea dicha, técnicamente hablando, el reciclaje de aguas residuales es posible, la técnica mejora día a día y puede ser la solución, como demuestran en ciudades y países (Israel, Australia), etc., donde el asunto ha llegado a ser una cuestión de seguridad nacional.
De hecho, la historia juega en contra de quienes ven la solución en el reciclado de aguas residuales porque, como es bien sabido, estas aguas no tratadas han sido las responsables de millones de muertes a lo largo de la historia. Puede incluso que las mayores causantes de enfermedades, muerte y miseria. Por otro lado, sin embargo, en infinidad de lugares de la tierra (aquellos que se alimentan del agua de los ríos), el realismo nos invita a reconocer que el agua que cada núcleo urbano consume es (previamente tratado) el que ha vertido la ciudadanía del pueblo que se asienta aguas arriba. Es decir, de hecho ya se está haciendo.
Lo malo es verse obligado a salir a la palestra y admitir que a partir de determinado momento en un municipio se van a consumir aguar residuales recicladas. Se trata de un banco de tres patas, una de las cuales parece sólida: la pata técnica. Las otras dos, la ciudadana y la política, son más complicadas porque muy a menudo funcionan con criterios poco sólidos que las partes no tienen inconveniente en modificar. Si mañana leo que ciertos microorganismos que viven en el agua se han hecho resistentes a los antibióticos y que eso puede dificultar las labores técnicas de quienes trabajan en su reciclado, cambiaré de opinión en un segundo y me opondré al uso de estas aguas, con el agravante de que probablemente no me enteraré de si los técnicos descubren una semana después la solución a ese problema.
Dicen los expertos que el cambio climático y sus más que evidentes consecuencias en este ámbito serán factores que ayuden mucho a aceptar una situación que se generalizará antes o después. Wichita Falls, en Texas, se convirtió en julio de 2014 en el primer lugar en el mundo donde consumen agua resultante de mezclar 50/50 sus aguas residuales directamente recicladas con los acuíferos tradicionales. Lo aprobaron sin grandes problemas. ¿Por qué? Llevan dos años seguidos con una sequía galopante…
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