martes, 5 de agosto de 2014

Predecir el futuro

Imagina que en breve, junto al pronóstico del tiempo, los noticieros dediquen cada día unos minutos a proporcionarnos previsiones sobre el futuro. Porque, en definitiva, todo es lo mismo: si se puede predecir la meteorología, por qué no lo que pasará la semana próxima… Hasta aquí todo suena tan raro que más que otra cosa parece ciencia ficción, pero la realidad (ésa que avanza a marchas forzadas y que nos desborda un día sí y otro también) es que, según los expertos, cada vez estamos un poco más cerca de ese momento.


Hay por el mundo proyectos (en los que juega un papel fundamental la informática) que se acercan a esa pretensión y, de hecho, en 2013 fueron capaces de pronosticar situaciones que están ocurriendo ahora mismo. Revueltas y protestas masivas en algunos países de Sudamérica, destituciones violentas de mandatarios de países europeos, problemas de índole sanitario (infecciones masivas, etc.), y una larga lista de cuestiones todas ellas perfectamente descritas meses antes de que se produjeran.

La clave está en el concepto de “Big Data”, es decir, en la posibilidad de acumular conjuntos de datos tan grandes y complejos que, en contra de lo que ocurría hasta ahora, se pueden procesar mediante máquinas muy potentes. Pensemos en la cantidad de datos que es preciso almacenar y procesar para, llegado el momento, a partir de nuestro conocimiento del pasado, ser capaces de adivinar el futuro en asuntos relacionados con la conducta social humana a gran escala.

Si somos capaces de predecir el futuro, la pregunta subsiguiente es obvia: ¿podremos cambiarlo? Y, si es así, ¿podremos pedirle a esa misma máquina que nos ofrezca soluciones alternativas para evitar situaciones indeseadas? Los problemas éticos y/o morales que se presentan son importantes: ¿se puede evitar una revolución antes de que se produzca? ¿Cómo? ¿Mediante la represión? ¿Quién puede estar seguro de que efectivamente iba a tener lugar? Me pongo a pensar en las consecuencias de todo esto y me mareo un poco… Después de todo, el conocimiento es poder, y es difícil imaginar un conocimiento más poderoso que el conocimiento del futuro. Y la gran cuestión: piensa detenidamente en manos de quién vas a depositar ese poder.

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