Linda Nochlin, estadounidense, historiadora del arte, escritora y profesora universitaria, escribió en 1971 un interesante ensayo con el expresivo título de “¿Porqué no ha habido grandes mujeres artistas?” en el que analiza las razones no solo intelectuales sino éticas y morales que han llevado durante siglos a esa situación de ausencia de mujeres en el olimpo de los genios en las distintas ramas del arte. Como ella misma señala en el prólogo de su trabajo, “no hay mujeres equivalentes a Miguel Ángel, Rembrant, Delacroix o Cezanne, Picasso o Matisse, incluso en los tiempos recientes de De Kooning o Warhol, como tampoco los hay entre los negros norteamericanos”.
Nochlin responde a esta pregunta afirmando, para empezar, que el arte no es un actividad espontánea llevada a cabo por una persona muy capacitada a su vez influida por los artistas que la precedieron. Según ella, el hecho artístico tiene lugar en el marco de una determinada estructura social, económica y cultural, y ésta, la “sociedad” y sus circunstancias, prefija y delimita lo que en el ámbito del arte (como en el resto de ámbitos) va a ocurrir.
¿Y qué ha ocurrido exactamente durante siglos en relación con este binomio mujeres-arte? Las mujeres han quedado tradicionalmente excluidas de las enseñanzas artísticas y en el ámbito de las artes plásticas todo eran limitaciones (tenían prohibido el acceso a las sesiones de dibujo al natural, por ejemplo, tan importantes para dominar los conceptos de anatomía. La prohibición permaneció hasta el siglo XIX). Además, apoyando estas cortapisas estaban los intelectuales de la época: Rousseau sostenía que las mujeres “carecen del requisito de la pasión”, y Kant sostenía que “las mujeres carecen de disciplina sobre sus emociones: tienen que obtenerla de sus maridos o padres”. Las mujeres y sus carencias…
Estos y otros argumentos pueden hacernos poner en valor figuras como la de la romana Artemisa Gentileschi (siglo XVII), hija de pintor, que pasó a la historia del arte pese a todo. “Todo” es, por ejemplo, el hecho de haber sufrido una violación por parte de su maestro (Agostino Tassi), ser sometida a tortura porque el tribunal no creyó su versión, y ver cómo la justicia prácticamente declaraba inocente al violador.
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