En mi calle abrieron hace un año una tienda de alimentos orgánicos (muchos llevan prefijos como eco, bio, etc.), y he de decir que con muchísimo éxito. La moda (o lo que sea) de los alimentos orgánicos crece como la espuma en el mundo occidental y ello demuestra que el personal va tomando conciencia de la importancia de lo que come, a la vez que mantiene una duda sobre la idoneidad de los alimentos convencionales, esos que se cultivan o producen masivamente en plan industrial, atendiendo más a la cantidad y menos a la calidad. Hay una definición de lo que debemos entender por alimentos orgánicos: “La Agricultura Orgánica incluye todos los sistemas agrícolas que promueven la producción de alimentos y fibras con criterios ambientales, sociales y económicos; reduciendo drásticamente el uso de fertilizantes sintéticos y pesticidas, y la utilización de organismos modificados genéticamente y farmacéuticos (…)”. Una descripción, como se ve, bastante realista porque en ningún caso habla de alimentos “libres de…”, algo imposible a día de hoy.
Por otro lado, no debemos engañarnos: la mayoría de la ciudadanía, pese a que somos cada vez más conscientes de que la agricultura y la industria usan pesticidas y otros productos poco interesantes para nuestra salud, no puede (por el precio o por la oportunidad) consumir alientos orgánicos, por lo que en algunos países se elaboran listas con aquellos productos que se ven más afectados por esas sustancias. Algo así como los “40 principales” pero en negativo, siempre con la idea de ayudar a los consumidores a ser selectivos con sus compras. Las listas salen cada año (el año pasado escribí aquí sobre esto mismo) y, por ejemplo, en EEUU la elabora la FDA a partir del análisis de cerca de 30.000 muestras. El “top ten” de lo más contaminado en 2013 fue así: manzanas, fresas, uvas, apio, melocotón, espinacas, pimientos dulces, nectarinas, pepinos y patatas. Por ejemplo, en ciertas muestras de uvas se detectaron hasta 15 pesticidas distintos.
En el otro extremo de la lista están los menos afectados, exactamente aquellos que contienen rastros de cuatro o menos pesticidas: piña, papaya, mango, kiwi, melón, naranja, maíz, cebolla, aguacate, guisantes, repollo, espárragos, berenjenas, patatas y setas. Conviene saber que todo se resume en la distinta capacidad de absorción que tienen unos y otros productos, no en que se someten a tratamientos muy diferenciados.
Parece complicado pensar en una agricultura libre de transgénicos y de productos químicos, sobre todo, teniendo en cuenta los miles de millones de personas que habitamos el planeta, por eso está bien informarse y que cada cual, dentro de sus posibilidades, elija lo que le conviene. Hablamos de la propia salud…
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