sábado, 5 de abril de 2014

Todos los días son mundiales

Mundiales o internacionales. Si miras la agenda de los periódicos verás que cada día, sin excepción, es el día mundial o internacional de algo. Todos los días se conmemora o se nos recuerda algo de interés. El Día Mundial del Agua, el Día Mundial del Cáncer de Colon, de la Enfermedades Raras, y así sucesivamente. Todos los días. Y, como la necesidad de hacer visibles ciertas ideas o cosas va en aumento, hay casos en los que se agrupan varios días mundiales en la misma fecha. Hay una página Web a tu disposición donde puedes comprobar lo que te digo.

El pasado 25 de marzo, a la vez que el Día Europeo contra la Trata de Seres Humanos, fue también el Día Mundial del Aplazamiento de las Obligaciones, algo de lo que ya hemos hablado aquí y que, pese a que suena a broma, es un asunto muy serio. “Procrastinar”, la palabra que en su momento me llamó la atención, significa precisamente eso: aplazar, dilatar en el tiempo, diferir, demorar, retrasar aquello que debes hacer de manera ineludible.

Parece que sí, que es bueno apuntarse a ese modo de vida. De momento hay empresas donde tienen claro que, en según qué circunstancias, dejar para mañana lo que puedes (o debes) hacer hoy puede ser productivo. De hecho, aquellas personas a las que, por conducirse así, hemos calificado de perezosas, cobardes o “paradas” (en comparación con esas otras que calificamos de dinámicas o perfeccionistas), empiezan a ser consideradas útiles en cuanto que su actitud renuente puede ser la antesala de un período de creatividad y de espíritu innovador.

Argumentan de la siguiente manera: si no te lanzas inmediatamente a la tarea hay posibilidades de que consideres otras ideas y mejores el plan. Dibujar garabatos en un papel o mirar por la ventana pueden ser actividades útiles porque tu cerebro, durante ese tiempo, activa su lado creativo, y ello puede dar lugar a nuevas ideas o nuevos puntos de vista para abordar los problemas. En todo caso, la exigencia, la prisa, la urgencia, la tensión, etc., suelen ser el preludio del pánico, un estado mental improductivo donde los haya.

Resumiendo, aquí viene a cuento una frase de dudosa paternidad (se atribuye tanto a Mark Twain como a Oscar Wilde) que, de ser cierto todo lo anterior, tiene un sentido muy diferente al que le quisieron dar sus presuntos autores: “Nunca dejes para mañana lo que puedes hacer pasado mañana”. 

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