A menudo hablamos del agua, del agua potable, de los millones de personas que no disponen de este recurso de manera regular, de la sequía, de la contaminación, de la escasez de agua en amplias zonas del mundo, y de que tenemos que espabilar, empezando por concienciarnos todos, cada uno en su entorno, para hacer un uso responsable del agua. También se habla del agua como objeto de litigio entre pueblos y países, y de cómo, a no mucho tardar, asistiremos a auténticas guerras, guerras cruentas, por el agua.
En septiembre pasado, con ocasión de la Semana Mundial del Agua, se celebro en Estocolmo un foro en relación con estos asuntos y se trató muy especialmente el binomio agua-industria, teniendo en cuenta que múltiples sectores productivos son lo que se llama “consumidores intensivos” de este recurso y precisan, según los expertos, de la correspondiente reconversión puesto que la amenaza, en cuanto que consumidores de gran calado, es mayor para ellos. El dato, según una consultora británica, es definitivo: dentro de 20 años la demanda de agua se habrá incrementado en un 40% con respecto a la actualidad, de manera que eso de que las empresas dispongan de agua abundante, limpia y barata sin mayores problemas puede que tenga los días contados.
El uso intensivo del agua en la industria empieza por la agricultura de regadío, que absorbe el 60% del agua dulce que se consume en el mundo. Con ser mucho, la cosa no termina ahí: las empresas fabricantes de bebidas vienen a continuación, luego están las del sector textil, de biotecnología, de minería, las empresas metalúrgicas, las productoras de energía, etc. Muchas empresas lo tienen como recurso básico.
La conclusión es que, debido a los bajos precios del agua, las empresas no se toman demasiado en serio este gasto y ello oculta o desenfoca una realidad que avanza sobre el planeta a marchas forzadas. Las empresas deben, por tanto, concienciarse en este aspecto y adecuar sus métodos de gestión del agua, uno más de los recursos con que cuentan para alcanzar sus objetivos. Proponen que, del mismo modo que muchos ciudadanos ponen la lupa sobre las empresas en cuestiones como la ecología, las relaciones laborales, la explotación laboral en su caso, etc., a la hora de decidir dónde y qué compran, la gestión sostenible del agua sea también un aspecto a juzgar por parte de los consumidores. De hecho, hay consultoras dispuestas a elaborar y publicar informes y estadísticas sobre el uso que las empresas hacen del agua…
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