Un artículo recientemente aparecido en la revista Science denuncia un nuevo modelo o sistema de deforestación directamente relacionado con el comercio ilegal de drogas. Parece ser que los traficantes que tradicionalmente han utilizado ciertas zonas de México para, desde allí, dar el salto a los EE UU, se han desplazado, por lo menos parcialmente, a algunas áreas boscosas de América Central, especialmente en Honduras, Guatemala y Nicaragua. Este fenómeno se inició en 2007.
¿Qué hacen los traficantes? Crean nuevos caminos y rutas secretas para hacer circular la mercancía con seguridad; construyen pistas de aterrizaje con el mismo fin; y crean empresas agrícolas dedicadas a diversos cultivos o a la ganadería con el fin de blanquear los fondos obtenidos con su actividad ilegal. Para llevar a cabo todas esas maniobras arrasan extensiones de bosque virgen sin el más mínimo reparo. En resumen: los narcotraficantes han traído la deforestación. Un dato: hasta 2007, en Honduras, la deforestación avanzaba del orden de 20 kilómetros cuadrados al año. Desde ese año, la tasa se encuentra en el entorno de los 60 kilómetros cuadrados anuales, y en ciertas zonas de Guatemala la situación es aún más preocupante.
El narcotráfico trae consigo (sin remedio) dinero y armas, es decir, especulación, sobornos, violencia y muerte. Otro dato: Honduras sufre hoy la tasa de homicidios más alta del mundo. Ahora, además, se puede añadir esta otra consecuencia negativa: la deforestación, las agresiones a los pueblos indígenas que habitan esas zonas y la destrucción de la biodiversidad en el sentido más amplio de la palabra.
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