En la mente de muchos humanos la buena (y la mala) suerte está directamente conectada con las supersticiones, ese mundo paralelo al que se aferra nuestro cerebro cuando no encuentra explicaciones racionales a las cosas que nos acontecen. Esta manera de ver las cosas tiene sus inconvenientes, y uno de ellos es que nos empuja a dejar de ser los protagonistas de nuestro destino. Hablando de la buena suerte y del éxito, hay quienes hablan de “la suerte del principiante”, quienes repiten como un mantra “la mala suerte viene de tres en tres”, o los que se apresuran a “tocar madera” como antídoto que remedia el mal efecto de actos “perniciosos” como romper un espejo. Conviene saber que, cada vez que acudimos a este tipo de mecanismos, echamos un cerrojo más a la puerta de nuestra libertad y de nuestra capacidad para forzar nuestro destino.
Hablando de la suerte, se hizo famoso hace un tiempo un libro de los conocidos Trías de Bes y Rovira, titulado precisamente “La buena suerte”, que, pese a orientarse hacia el mundo empresarial y de los negocios, rebosa de buenas ideas para todos, para ti y para mí, por ejemplo. El mensaje central está muy claro y lo dice todo en ocho palabras: “Tú eres la causa de tu buena suerte”, que, como ves, transmiten un mensaje que está en las antípodas de todo lo que se propone en el párrafo anterior.
Sobre el papel, la cuestión parece sencilla: si tú eres el factor principal de tu buena suerte, vete a por ella. A continuación, una reflexión lógica: si la buena suerte no te acompaña en este momento, modifica las circunstancias que determinan hoy tu vida; hazlo ya, no lo dejes para mañana. Protégete de los vendedores de buena suerte; que tus ansias por alcanzarla no te cieguen porque alguien se aprovechará de tu ofuscación. Si, pese a todo, la buena suerte no llega, confía, ten paciencia, no abandones. En el fondo, la buena suerte es el arte de cazar al vuelo las oportunidades, las ocasiones propicias que cambiarán nuestra vida, que están ahí y que visualizaremos mejor cuando hayamos puesto estas bases, la primera de las cuales es asumir nuestro papel principal en esta representación. La vida no es más que una comedia...
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