miércoles, 26 de febrero de 2014

¿Cuántas pulsaciones tengo?

Hace unas semanas se celebró en Las Vegas la famosa feria CES (Consumer Electronics Show), probablemente la más importante del mundo, en la que las grandes y pequeñas marcas muestran cada año al público los últimos adelantos y las tendencias en el campo de la tecnología y la electrónica a disposición de los usuarios de a pie. Según cuentan, uno de los campos que más ha incrementado su oferta en relación con el año anterior (40%) es el de los dispositivos destinados al control digital de cuestiones relacionadas con la salud.

A primera vista, parece bueno que cualquiera pueda controlar, por ejemplo, sus constantes vitales y, en algunos casos, ciertos parámetros que afectan directamente a su salud (niveles de azúcar, etc.). Todo eso estará bien siempre que no prescindamos de los profesionales de la salud y siempre que no nos obsesionemos. Digo esto porque la semana pasada leí un interesante trabajo a propósito de la cada vez más extendida costumbre que tienen quienes practican deporte (a todos los niveles) de utilizar un pulsómetro, ese aparatito que te informa de tu ritmo cardíaco. Siendo claramente imprescindible para los atletas de alto rendimiento, puede que por imitación, su uso se ha extendido y hoy en día lleva pulsómetro mucha gente, incluso en la vida diaria, haga mucho o poco deporte.

Dicen los expertos que, teniendo claros unos cuantos conceptos básicos, el pulsómetro puede ayudar a quienes hacen deporte a mejorar sus rutinas de ejercicios y, en definitiva, a que la práctica deportiva les beneficie en términos de salud y bienestar. Luego están quienes llevan el pulsómetro todo el día por una mezcla de esnobismo y curiosidad, sin más, algo que, en principio, los médicos desaconsejan porque son datos que no aportan gran cosa y porque, en el caso de usuarios poco informados, puede incluso llevar a alarmas injustificadas, teniendo en cuenta que la frecuencia cardíaca de una persona “normal” oscila de manera natural a lo largo del día entre 60 y 100 latidos. Por otro lado, la frecuencia cardíaca es algo muy personal y en ningún caso proceden las comparaciones con la de otras personas. En cambio, dicen los expertos que el pulsómetro es una buena ayuda para quienes están aprendiendo técnicas de control del estrés, por ejemplo trabajando el tema de la respiración profunda. Si los ejercicios de respiración van acompañados de un bajo ritmo en las pulsaciones, es buena señal, dicen. 

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