sábado, 25 de enero de 2014

La tecnología mejora nuestra mente

El título de este escrito puede resultar polémico porque hay muchas personas que piensan exactamente lo contrario. De hecho, hay quien despotrica sobre todo de las modernas tecnologías domésticas porque, dicen, “estamos utilizando nuestros teléfonos más que nuestros cerebros”, y eso no puede ser bueno. Luego está la extensa lista de repercusiones negativas que para nuestra vida tiene la tecnología: que si es la causa de accidentes mientras conducimos, que si nos distrae de nuestras tareas en el ámbito laboral y nos hace menos productivos, que si nos roba tiempo para cultivar nuestras amistades o las relaciones familiares, aislándonos del entorno, etc. Todo esto son observaciones y comentarios que hacen sesudos analistas de los movimientos sociales y que, tras largas reflexiones, les llevan a proponer cosas tan peregrinas como prescindir del teléfono los fines de semana o durante el período vacacional.

Hay, por el contrario, quienes piensan que la tecnología resulta ser un beneficio neto para nuestros cerebros y, en general para nuestras vidas. La idea global es la siguiente: a medida que la tecnología se vuelve más inteligente, nosotros también lo hacemos. Una de las ideas clave de estas nuevas teorías se refiere al “pensamiento social” y a sus ventajas: intercambiar ideas con otras personas facilita la resolución de problemas. La inteligencia colectiva y su poder exponencial es un bien, una ventaja que ahora podemos explotar como nunca en la historia porque estamos interconectados. En la era de la especialización es bueno saber que, siendo expertos en algunos campos, no podemos serlo en todos, de manera que son los otros quienes nos van a hacer más inteligentes por medio de la tecnología.

En general, se puede decir que, allí donde la tecnología genera problemas, también propone soluciones. El ejemplo del PhotoShop es sencillo. Mientras fue un instrumento en manos de minorías, el engaño era posible. El engaño y todo lo que hay detrás en cuanto a manipulación de la realidad. Ahora, una vez democratizada, eso es imposible: la herramienta (o sus semejantes) está tan extendida que ese tipo de fraude es prácticamente imposible… Otra cosa es que aceptemos con una sonrisa que determinado/a famoso/a salga en una revista con 20 años menos.

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