La fama de poco trabajadores y de desorganizados de los habitantes de
la franja mediterránea ha servido para que muchos identifiquen siesta
con vagancia y gandulería. Efectivamente la siesta está desprestigiada
pese a que, llevada a cabo bajo ciertas condiciones, es ventajosa para
la salud, tal como señalan diversos profesionales médicos. 20 minutos de
reposo después de comer (mejor no dormir) aportan bienestar, vitalidad,
reflejos, atención, eficacia en el trabajo, etc.
Esto ha sido así siempre aunque han tenido que venir los americanos a
descubrirlo y para que, perdido ese escondido sentimiento de
inferioridad que nos acogota frente a ellos, pongamos la siesta en
valor. Como siempre, sobre la base de investigaciones realizadas a pie
de empresa, un grupo de trabajo ha llegado a la misma conclusión: 20
minutos de descanso mejoran el humor, renuevan la energía e incrementan
la productividad.
Hay empresas norteamericanas donde no sólo está bien visto, sino que
han dispuesto instalaciones con buena luz, tumbonas ad hoc y todo lo
necesario para que quien lo desee descanse durante ese rato. Hablo de la
NASA, de Google, de Huffington Post, de Procter & Gamble, de
Virgin, etc.
Por curiosidad, sabrás que el término “siesta” proviene de lo que los
romanos denominaban la “hora sexta”, un tiempo que va más o menos desde
las 12 del mediodía hasta las tres de la tarde. Descansar mientras se
realiza la digestión es útil porque durante ese tiempo el organismo está
centrado en el estómago y en el trabajo que éste hace en ese momento,
provocando que otras partes, como el cerebro, se aletarguen.
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