Según los libros, hablar de esta famosa bebida exige
irremediablemente hacerlo de Nicole-Barbe Ponsardin, un nombre de mujer
que no dice demasiado hasta que no sacamos a relucir su sobrenombre,
Veuve Clicquot (Viuda Clicquot) que, como es sabido es la marca de uno
de los champanes más vendido en el mundo.
Evidentemente, me interesan menos los miles de millones de botellas
que venden anualmente en todo el mundo que la figura de esta viuda
emprendedora que consta en muchos libros de economía como la primera
mujer de negocios de la época moderna. Vivió más de noventa años, entre
los siglos XVIII y XIX, en Reims, en una familia acomodada dedicada al
negocio textil que curiosamente supo arreglárselas para salir indemne
del período de la Revolución Francesa. Se casó “por conveniencia” con
François Clicquot, heredero de la empresa rival, y como ésta disponía de
una línea de negocio dedicada a los vinos, Nicole aprovechó la
oportunidad para adentrase en un mundo que la fascinó desde el
principio. La anécdota es que, puede que premonitoriamente, se casaron
20 metros bajo tierra, en el fondo de una bodega.
A todo esto, François falleció seis años después de su matrimonio, lo
que, entre otras cosas, sirvió para empujar a Nicole hacia el negocio
bodeguero. Convenció a su padre para que la permitiera disponer de la
herencia y se lanzó al negocio introduciendo además novedades que han
llegado hasta hoy: por ejemplo, la de colocar las botellas boca abajo
con cierto ángulo, girarlas diariamente, etc., todo para que la levadura
muerta se depositara en el cuello de la botella y fuera posible sacar
el sedimento y rellenarla con las cantidades de azúcar y vino que
determinarán posteriormente la tipología del champán, todo ello sin
perjudicar el contenido gaseoso del vino
.
El golpe fue, sin embargo, su visión estratégica al adivinar con
tiempo el final de las guerras napoleónicas y, como consecuencia, el
final de los bloqueos a las mercancías francesas. Con ello fue capaz de
ser la primera empresa que llevó a la Rusia zarista el champán que la
corte de Alejandro I precisaba para sus multitudinarias celebraciones.
Este solo hecho fue el espaldarazo internacional para una empresa que
desde entonces lidera el mercado mundial.
Veuve Clicquot tuvo un par de cosas en su contra a la hora de ser
tomada en serio: su condición de mujer y su estatura: medía 1,47 m. Nada
irremediable para una mujer de carácter como ella.¡Salud!
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