miércoles, 29 de enero de 2014

Ambientadores

Según las estadísticas se trata de un negocio en auge, hasta el extremo de que su volumen se ha duplicado en los últimos diez años. En esto de los ambientadores los hay buenos, malos y peores, y todos hemos hecho chistes sobre el pino de cartón que cuelga en el espejo retrovisor de algunos coches. La idea principal a tener en cuenta, según los entendidos, es que habría que mirarlos con lupa porque todos, incluso los que se autocalifican de “100% naturales”, contienen algún elemento químico perjudicial para la salud. Los peor parados son los de siempre: los niños, los mayores y quienes padecen algún tipo de asma o problema respiratorio.

En general, bastaría con decir que los ambientadores, en casos de malos olores o de olor a cerrado, no resuelven los problemas, como mucho los enmascaran, algo similar a lo que ocurre con las personas desaseadas, que se perfuman para encubrir su dejadez.

Que cada cual haga en su casa lo que le parezca oportuno, pero hay ciertas cosas que son fáciles de hacer, que son baratas y, además, inocuas para la salud (puede que, incluso, beneficiosas): ventilar la casa todos los días; varias veces si puede ser. Tener siempre a mano bicarbonato: espolvorearlo sobre alfombras y moquetas antes de aspirar; bicarbonato en las zonas reservadas a las mascotas; bicarbonato en el fondo de los contenedores de basura y otros reciclajes; bicarbonato siempre.

No fumar nunca en interiores, ni siquiera en habitaciones separadas por puertas cerradas. Los aceites esenciales puros, si son de confianza, pueden ayudar a mantener un ambiente agradable sin perjuicios añadidos, pero no hemos de olvidar que presentan la misma pega que los ambientadores convencionales: no arreglan los problemas de malos olores, todo lo más disfrazan.

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